COLUMNA DE OPINIÓN: PRESAGIOS Y VERDADES EN TORNO A LOS INCENDIOS FORESTALES

De acuerdo con las proyecciones de “especialistas”, se auguraba para esta temporada 2024 – 2025, una gran debacle donde estaríamos viendo en las noticias, el reporte de grandes incendios forestales destruyendo miles de hectáreas y sectores poblados en varias partes de la zona central. Lo anterior, debido a la gran cantidad de agua que cayó en el invierno, lo que haría crecer grandes cantidades de matorrales y pastos (uno de los principales materiales combustibles de los incendios forestales).

Pues bien, efectivamente los cerros que rodean a Valparaíso, Santiago y otras localidades rurales estuvieron más verdes en primavera y ahora tomaron el color “amarillento” característico de la vegetación seca y/o con estrés hídrico normal de verano.

Sin embargo, pese a todos los augurios y presagios catastrofistas, este año, curiosamente, no hemos registrados eventos tan devastadores como el caso de Viña del Mar (febrero de 2024) que dejó más de 100 fallecidos, o el gran incendio de Valparaíso (abril 2014) que dejó 2.900 viviendas destruidas, o el incendio de Santa Olga, en la Región del Maule, donde un pueblo de 5.000 habitantes fue completamente calcinado por el fuego. Si bien, se han registrado incendios forestales, estos no han sido de la magnitud de los grandes incendios mencionados.

Entonces ¿qué pasó? ¿por qué no se han cumplido los vaticinios pese a que hemos enfrentado varias olas de claro de intenso y la famosa combinación de 30/30/30[1] se ha presentado en repetidas ocasiones? Al parecer, la respuesta se traduce a la sencilla razón de que el 99,7% de los incendios forestales en Chile los produce el ser humano. Al actuar de manera efectiva el Ministerio Público, donde Fiscalía ordenó la investigación del origen de los incendios forestales paralelos que se iniciaron en la Región de Valparaíso y que ocasionaron el gran incendio de Viña de Mar, identificando a los responsables y presentándolos frente a la Justicia, pareciera ser que, por fin, las personas irresponsables están entendiendo que no es llegar y quemar un bosque, ecosistemas y pueblos enteros, sin que la justicia caiga sobre ellos. El hecho de que esta temporada haya menos eventos desastrosos es una señal clara de que la consciencia colectiva aporta de manera significativa en la Gestión de Riesgo de Desastres. Más aún, ha quedado demostrado que cuando se trabaja en equipo y la comunidad se organiza, es posible proteger sus hogares, aunque estén rodeados de fuego.

En definitiva, cuando los organismos asumen el rol que les compete y comprenden que la Gestión de Riesgo de Desastres se trata de salvar vidas, conceptos como prevención, mitigación y reducción de riesgo de desastres se integran de manera efectiva, eficiente y oportuna en la gestión de todo un Estado.

[1] Temperatura más alta de 30°C. Humedad relativa menor al 30% Velocidad del viento superior a 30km/h.


 

Dra. Fabiola Barrenechea Riveros
Directora Ejecutiva
Fundación Intergeographic

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